Nací en Ronda (Málaga) por motivos familiares; mi madre era de allí y mi padre de Montanchez (Cáceres), trabajaba como funcionario en el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María y a las dos semanas me trajeron aquí, desde entonces han pasado 60 años. Vivía en la calle Larga nº 60, junto al almacén de Miguel Caro, frente al convento “Las Salesas”; las calles Chanca, Diego Niño, Luja, Plaza de Peral, La Victoria…
Aquellos fueron los lugares de juegos en mi niñez. Aún tengo en mi mente las campanas del convento de Las Salesas, que sonaban a las siete de la tarde todos los días de manera armoniosa y sincopada; quizás fuesen aquellos toques los que me motivaron, los que me llevaron a la afición por la música. Doña Rosita (calle Cielo), Antonio de la Torre, El Hospitalito, fueron los colegios de primaria. Luego vendrían los Jesuitas, donde estudié Formación Profesional.
Siendo muy joven, tendría unos 15 años, es cuando mi padre me compra una guitarra clásica que mandó pedir a otro clásico en la música: Establecimientos Parodi en Cádiz y la recibí a los tres días en el Cosario de la Plaza de la Herrería, a donde fuimos a recogerlo con toda la ilusión que ya tenía.
Con los hermanos García Merlo, Manolo y Diego, con los que aprendí los primeros acordes y principios armónicos de la guitarra; mas tarde los conocimientos adquiridos los compartíamos entre amigos como Joaquín Albert, Antonio Villar, Javier Ruibal etc.
En los sesenta del siglo pasado, época dorada de la música en el mudo entero, empezaron a surgir grupos en la provincia, en nuestro entorno más cercano: en Cádiz “Los Simunds” y “Los Abunais”. En Jerez “Los Diablos”, “Los Ever Play”, en El Puerto “Los Starfis”, “Los Simbronis” y “Los Radars”. Cada ciudad tenía sus favoritos. Al final de esa década llegó el día menos deseado para un chico con 20 años, conocido, alegre, disfrutando de la música, de sus amigos, de su gente, era el día de irse a la “Mili”. He de mencionar a otros componentes de “Los Radars” que estuvieron sustituyendo a los que se iban al servicio militar, ellos fueron Ricardo Morán, amigo desde la infancia y el inconfundible Lele Cárave.
EN EL SAHARA:
Mi padre, Francisco Ramírez de Piña, por entonces Jefe del Negociado de Quintas del Ayuntamiento de El Puerto, no pudo evitar que me tocase hacer el Servicio Militar el El Sahara, por entonces territorio español, concretamente en El Aaiún. La verdad es que dentro de la nostalgia que sentí dejar a mi gente para estar en un territorio completamente desconocido no me pude quejar, conocí a gente famosa de aquella época cono Tony Landa, cantante de “Los Mitos”; a Iñaki de Mocedades, al teclista de Tony Ronald y muchos músicos mas de quien aprendí muchísimo. En el cuartel se formó un “conjunto” llamados “Los Remington” (Regimiento Mixto de Ingenieros, el TON era para disimular), a los que nos tenían para amenizar fiestas de Oficiales y Suboficiales e incluso para la tropa. La gran ventaja era que estábamos rebajados de todo servicio, todo el día ensayando. Así que disfruté mucho. Yo no me pude librar de la “mili”, pero ella tampoco se pudo librar de mí, ni de mi música.
LA MAGIA
Hace unos cinco años que pertenezco a la S.G.I. (Sociedad Gaditana de Ilusionismo) gracias a Juan Escolano. Casi todos los años Tamariz nos hace una visita en verano ya que es su época de relax. He tenido la opornudidad de hablar mucho con él, de magia y de música de la que muy aficionado, le gusta el piano, ama el jazz. Me comento una vez: “Si volviera a nacer, me gustaria ser pianista en vez de mago”. No he tenido la oportunidad de tocar junto a él en sus actuaciones, quizas algún día me lo proponga y lo haré con mucho gusto.
Actualmente toco el piano amenizando bodas, en hoteles etc..
Información: www.pianoplay.es
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