Todos los efectos mágicos se producen en la mente del espectador. Es un poco tonto y artificial hablar de magia mental como de una parte de la magia. Depende de cómo se presente un juego para que sea considerado, o no, mentalismo. Pero todos los juegos deberían ser presentados de forma que parezcan mentalismo. De forma que parezcan fuera de lo normal, paranormales. Incluso el efecto que nos pueda parecer menos apropiado puede dársele el carácter de magia mental. Incluso la simulaci6n del fenómeno más físico y aparentemente menos “mental” puede parecer mentalismo.
Incluso podría hacerse creer a los espectadores que asisten a un verdadero fenómeno misterioso cuya causa es desconocida de todos, incluso del propio mentalista. Un ejemplo definitivo: un truco vulgar, hecho sin grandes técnicas, sin casi sutilezas, pero presentado con brío, con las suficientes dotes de showman, con publicidad adecuada, através del medio adecuado: doblar una cucharilla de metal tocándola con los dedos (sin darla a examinar antes!), le valió a Uri Geller parte de su fama como mente super-normal, y de su increíble éxito en su show de televisión. Así que...
El viejo, tópico y falso problema de si se debe o no, es mejor o no, dejar claro ante los espectadores que nuestros efectos mentales tienen un secreto (digamos tramposo) o no, es simplemente una cuesti6n de objetivos. Si mi objetivo al hacer esta magia con una presentaci6n mentalística es, por ejemplo, conseguir que los espectadores crean en mis poderes mentales supra o paranormales, es claro que no debe darse a entender que se trata de algo con secreto tramposo; si mi objetivo es ganar cuanto más dinero mejor, creo que, a corto plazo, es preferible hacerse pasar por un medim o un “dotado” (a largo plazo creo que es contraproducente); si mi objetivo es dejar a los espectadores confusos y asombradísimos a la vez, tampoco debería dar a entender que hay una causa tramposa.
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